
Que los puntos que se pierden se sienten; eso es algo que se deberá demostrar con el tiempo. Aunque hoy, quede ese sabor amargo de esos dos puntos que quedaron en el camino, un camino que nadie aseguró ser fácil; un camino que más bien, transita por lo dificultoso, cuando el margen de error cada vez es más pequeño. Porque así sale Vélez a la cancha.
Sabiendo que puede con todo y a la vez que todo puede con él; justamente porque es tan delgada la línea por la que camina que no se le permite tener siquiera una mala tarde. Así son las reglas en la lucha por este Torneo Apertura para Vélez, siempre que Estudiantes cumpla con su parte como lo hizo un día antes frente al pobre Huracán de Brindisi.
Tuvo una parada difícil. Allí en el lejano bosque platense, con la semana convulsionada por la fiebre que le tuvo a mal traer a alguna de sus figuras, al punto de no tener a Leandro Somoza dentro del campo de juego porque acusaba 40 el mercurio del termómetro. Encima, tempranito en el encuentro lo perdió al generador exclusivo de llegadas que alimenta al equipo desde el carril izquierdo. Sí, Emiliano Papa sintió el tirón del esfuerzo y casi sin creerlo tuvo que abandonar el campo de juego dejando casi huérfano a Vélez de su salida por aquel sector. Porque si Bien a Vélez le faltó esa generación clara de fútbol, mucho tuvo que ver desde que Papa se retiró del campo de juego. Porque a Gastón Díaz le complicó el perfil en cada una de las pelotas que intentaba trasladar, controlar o marcar; por eso fue poco lo que cruzó la mitad de la cancha, tratando de hacer bien lo que debía cumplir ahí en la cueva de su nuevo rincón.
Porque así y todo, Vélez siempre hizo uso del balón y fue en busca del arco rival. Después uno sabrá si fue con buenos argumentos o no; pero sí hay que reconocerle al Vélez de Gareca que va al frente, que busca y que intenta. La solidez pasó por cinco hombres. Arrancando por Barovero que hace fácil lo difícil, con mano cambiada para negarle un gol a Aued que buscaba sorprender en la única de Gimnasia durante todo el partido. Pasando por la muralla defensiva entre Sebastián Domínguez y Fernando Ortiz que fueron de lo mejor impasables en la marca por arriba y por abajo. Llegando al doble cinco de Franco Razzotti y Víctor Zapata. El Chapa arrancó bien pero entró poco en juego e el complemento; mientras que Franco jugó un partido a la perfección cortando todo y siendo una de las figuras del equipo.
¿Qué pasó con los de arriba? Intentaron como siempre, pero siempre chocaron con la dura defensa tripera. Silva fue lucha las veces que entró y hasta se bancó un planchazo en la zona abdominal para demostrar que es de hierro y siguió en cancha. Tuvo un par pero no ajustó la mira. Maxi Moralez fue siempre referencia de buena jugada y de intentarlo, pero le faltó profundidad. El Burro Martínez casi siempre entró con el paso cambiado en el momento preciso de tomar contacto con el balón. Mucho fue lo que los tres se enredaron con la pelota cuando intentaban arrancar la jugada. En esa falta de claridad se vio reflejada la ausencia de terminación de obra para los obreros del gol de Liniers.
Ojo que también para explicar el cero por cero del resultado final, uno no puede evitar mencionar las ganas con las que jugó Gimnasia; pareciendo ser la única motivación del año para el conjunto platense. Ni siquiera el clásico con Estudiantes motiva tanto (ver el resultado) como se lo vio para enfrentar al Fortín. Quizás sea el precio de mirar la tabla de abajo, pero la localía al Lobo le sienta para apretarse contra su valla, esta vez defendida por el debutante Monetti ante la lesión en el vestuario de Sessa.
Pero sin mirar tanto a lo ajeno hay que prestarle atención a lo propio. Cuando Vélez no gana tampoco pierde. Pero curiosamente, tampoco anota con la contundencia de otros partidos. Entonces, ante ese marco de situación empata y lo hace cero a cero; el resultado en cada uno de los partidos que ha igualado en el Apertura. Lo que no es casualidad que esos resultados magros hayan sido con esquemas de equipos que enfrentó y que ofrecieron poco para el juego (léase San Lorenzo, Arsenal, Estudiantes y Gimnasia). Sí, parece que a Vélez le duele como un golpe bajo la mezquindad del rival. Acusa el síndrome de no poder resolver estas cuestiones cuando busca tanto al arco rival y el rival justamente se defiende a destajo.
No hay margen. Es verdad. Nunca pareció haberlo. Por eso hay que salir a pelear, Fortín. Como hasta ahora, como siempre. Con las mismas armas, las que te llevaron hasta aquí. No hay nada perdido. Uno no sirve de enemigo si hace tiempo se rindió. La gloria es el objetivo y es mucho más que posible. Solo dos puntos separan de la cima y restan cuatro finales por jugar. Finales con cero margen de error, pero con 100% de corazón.
Carlos Alberto Martino
cmartino@velezsarsfield.com.ar
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